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De acuerdo con información del hospital Lee Health de Florida, alrededor de 25% de los adultos americanos sufren de hígado graso, y muchos de ellos ni siquiera lo saben. Esta afección hepática es una enfermedad silenciosa, difícil de detectar, que suele encontrarse cuando un paciente se realiza estudios de sangre de rutina o por otras causas. Por ello es vital saber cómo afecta el hígado graso a nuestra salud y qué medidas aplicar en nuestro estilo de vida para evitarlo o tratarlo.
En este artículo te compartimos información básica sobre esta enfermedad y la dieta saludable adecuada que puedes seguir para evitar que dañe tu organismo. ¡No te lo pierdas!
Existen dos variaciones del hígado graso: la ocasionada por el consumo excesivo de alcohol y la enfermedad de hígado graso no alcohólico (EHGNA). Esta última se relaciona más comúnmente con el exceso de peso, ya que el hígado acumula concentraciones anormales de grasas en forma de triglicéridos, superando la cantidad de depósitos de grasa normales en este órgano. Otros factores de riesgo, además de la obesidad, son:
Diabetes tipo II y pre-diabetes.
Presión arterial alta.
Triglicéridos y colesterol altos.
Pérdida de peso acelerada.
Enfermedades intestinales.
Ciertos medicamentos para el tratamiento del cáncer.
Una dieta deficiente, abundante en alimentos procesados, grasas saturadas y carbohidratos refinados.
Antecedentes familiares.
Las personas afectadas por hígado graso pueden ser asintomáticas — que no presenta síntomas —, pero también pueden llegar a manifestar una variedad de malestares, algunos de los cuales suceden cuando el paciente ya presenta daño hepático. De acuerdo con Medline Plus — un sitio de salud del gobierno de Estados Unidos —, entre los síntomas menos severos se encuentran:
Fatiga y dolor en la parte superior derecha del abdomen
Debilidad
Pérdida de apetito
Náuseas
Comezón
Confusión mental
Hinchazón en piernas y abdomen ocasionada por retención de líquidos
Coloración amarillenta en piel y ojos
Además, el hígado graso también puede dar lugar a otros síntomas más graves que pueden requerir de atención médica de emergencia, tal como sangrado gastrointestinal. No obstante, lo más grave es que puede desarrollar esteatohepatitis no alcohólica, una forma más severa de hígado graso. Aunado a esto, el hígado graso puede ser causante de cirrosis, insuficiencia hepática e incluso cáncer de hígado.
Los pacientes con hígado graso podrían no detectar la afección fácilmente e incluso sufrirla por mucho tiempo sin que esta empeore o aumente su sintomatología, por ello es importante acudir al médico si presentamos los síntomas más comunes — fatiga y dolor abdominal — para monitorear el estado de nuestro hígado mediante pruebas adicionales cuidadosamente revisadas.
Las recomendaciones generales para evitar las afecciones hepáticas se centran en mantener un peso saludable mediante una dieta balanceada y ejercicio regular. Para quienes ya sufren de hígado graso, las opciones de tratamiento se suelen centrar en contener los factores de riesgo, por lo que las medidas a tomar pueden ser:
Evitar el consumo de alcohol.
Controlar la diabetes e hipertensión.
Vacunarse contra la hepatitis.
Evitar alcanzar niveles elevados de colesterol y triglicéridos.
Tomar medicamentos solo bajo prescripción médica y en las dosis indicadas.
Aplicar estos cambios en nuestro estilo de vida pueden ayudar a mantener la enfermedad bajo control e incluso podrían llegar a revertir el exceso de depósito de grasa en el hígado. A continuación te damos más detalles sobre la dieta específica que puedes seguir para prevenir o tratar esta afección.
En general, lo mejor para las personas con enfermedades hepáticas, como el hígado graso, es evitar los alimentos con niveles altos de azúcares refinados, ya que el azúcar contribuye a que haya mayor acumulación de grasa en el hígado y genera inflamación. La comida con alto contenido de grasas y sal también se debe controlar o evitar en la medida de lo posible.
De acuerdo con AARP, una asociación civil para el cuidado de personas mayores en EE. UU., la dieta ideal para los pacientes con hígado graso es la dieta mediterránea, gracias a que es una dieta rica en grasas buenas y baja en carbohidratos. Se caracteriza por incluir alimentos como:
Aceite de oliva
Nueces
Frutas y verduras
Legumbres
Pescado
Al mismo tiempo, se debe evitar el consumo de carne roja, pastas y panes no integrales, alimentos azucarados, como postres y dulces, y moderar las cantidades de alcohol consumidas. Además, se recomienda el vino por sobre otro tipo de bebidas alcohólicas. Algunos otros alimentos que se recomienda incluir en la dieta para prevenir el hígado graso son:
Café, que contribuye a reducir la acumulación de grasa, la inflamación y el estrés oxidativo.
Alimentos ricos en vitamina C, que han mostrado reducir la incidencia de hígado graso.
Alimentos ricos en vitamina D, ya que la deficiencia de este nutriente ha mostrado cierta asociación con el desarrollo de hígado graso.
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